Si te estás iniciando en el maravilloso mundo de la fotografía ya te habrás ido dando cuenta de que fotografiar no es sólo apretar un botón e intentar no cortarle la cabeza a nadie. La fotografía tiene muchas variables, muchos porqués, muchas explicaciones. Si bien cualquiera es capaz de apretar un botón y tomar una fotografía, no todo el mundo es capaz de resolverla, es decir, de visualizarla, pensarla, y encontrar el mejor modo de realizar o plasmar tu idea. Es como la pintura: Cualquiera puede dibujar un retrato, aunque sea con un 6 y un 4 (¿Te acuerdas? ;-)), pero no cualquiera pintará las Meninas. Para eso es necesaria mucha técnica, mucha práctica, mucho tesón, y mucho aprendizaje.
Si la fotografía es literalmente “pintar con luz” ya habrás adivinado que el secreto es conocerla, aprenderla, anticiparte a ella, comprenderla, y sacarle el máximo provecho.
Hay muchos conceptos que irás poco a poco añadiendo a tu bagaje fotográfico: Diafragma, velocidad de obturación, ISO, balance de blancos y un largo etcétera. Pero me atrevo a decir que uno de los que menos resuenan en tu mente cuando empiezas es histograma. Quizá es por que nos parece terriblemente complicado en un mundo nuevo lleno de conceptos, pero si de esos conceptos, hay alguno que tengas que retener desde el principio es este. Y te demostraré por qué ?
¿Qué es el histograma?
Un histograma es una gráfica de barras utilizada en estadística que nos muestra la frecuencia con la que se repiten determinados valores.
En un histograma se combinan dos variables, una para cada eje. En el caso que nos ocupa, el de la fotografía, en el eje vertical encontramos la “cantidad” de píxeles. En el eje horizontal, encontramos los valores de luminosidad. Es decir, por cada una de las columnas del gráfico obtenemos información sobre su luminosidad (claro u oscuro) y sobre la cantidad de píxeles que tienen esta cualidad.